Arqueología del Departamento Belén

1. Historia Evolutiva del Área Territorial del Departamento Belén

1.a Contexto Geológico

De acuerdo con González Bonorino, analizando la historia estructural geológica, para esta región, desde el complejo Precámbrico, indica que una acumulación se llevó a cabo en un ambiente marino de tipo “geosinclinal” de hundimiento rápido y continuo, luego movimientos tectónicos en dirección E-O determinaron el plegamiento de los sedimentos depositados y como fase final de ese diastrofismo, grandes masas de magma granítico irrumpieron en las rocas ya plegadas.

Durante el Paleozoico y Mesozoico es posible que actuó la erosión subaérea y que existió depositación marina o continental.

En el Terciario la región descendió hasta admitir la depositación de los estratos del Calchaquense, un material clástico con granos patinados de óxido de hierro que le imprimen su tono rojizo, determinando una planicie casi perfecta, bajo un clima templado subtropical, probablemente semidesértico, con lluvias abundantes y una estación calurosa, con suelos rojos sincrónicos o no. En Corral Quemado se encuentran dentro de este piso, restos de mamíferos de la Flia Gliptodontidae.

En un determinado momento sobrevino un cambio climático, tal vez por disminución de la temperatura, atestiguado por el tono gris de las capas superiores, formándose lagunas locales donde vivieron moluscos de agua dulce o tal vez salobre; en los últimos tiempos de la sedimentación, algunas erupciones de ceniza se mezclaron con materiales clásticos acarreados por los ríos, ocasionados por compresiones que agrietaron la zona de fractura de la corteza, que culminaron en surgimiento de magmas de distinta composición y el ascenso del líquidos hidrotermales mineralizantes, lo que dio origen a yacimientos metalíferos.

Con la declinación del volcanismo se reanudó la sedimentación fluvial que originó los depósitos del Araucanense, las características dominante del relieve era la de una llanura, con la formación de algunas sierras bajas por la presencia de areniscas gruesas y conglomerádicas.

Al final del Plioceno la sedimentación fue interrumpida por una fuerte dislocación que volcó los bloques del Basamento Cristalino entre Calchaquense y Araucanense, originando altas sierras y profundos bolsones (por presiones desde el Pacífico en dirección al este, se fractura el Basamento, se pliegan y se corren los sedimentos superficiales donde su espesor era suficiente); en el NO se formó un bloque del Basamento con su cubierta sedimentaria de enormes dimensiones y originó la Puna, que tiene como límite oriental una gran fractura con rumbo NE-SO. Con el ascenso de los bloques, la erosión se activó y grandes cantidades de detrito rellenaron los valles y las cuencas tectónicas al mismo tiempo que las sierras eran rápidamente desgastadas.

En el Pleistoceno el cambio climático universal encontró a las sierras ya elevadas, formándose glaciares en sus cumbres mayores, cuya acción de desgaste se unió a la erosión fluvial; la etapa lluviosa que siguió a la glaciación produjo la acumulación de enormes espesores de sedimentos gruesos, que rellenaron las cuencas y los valles; posteriormente la evolución del clima trajo un período de sequedad que dura hasta hoy, y que en los tramos superiores de los ríos, en los niveles de pedemonte, la depositación fue reemplazada por la erosión, siendo el aporte de detritos insuficiente para colmar la capacidad de los ríos en época de crecida, y el material acumulado fue transportado hacia las cuencas centrales, los cauces se profundizaron, y quedaron al descubierto los sedimentos terciarios, dislocados, que habían sido sepultado por las acumulaciones pleistocénicas; los restos de estos potentes depósitos pueden verse aún en las altas terrazas que descienden de la Puna, del Aconquija, etc; (González Bonorino, 1950).

1.b Contexto arqueobotánico/faunístico

La ubicación regional del departamento Belén, su situación al poninente de la divisoria climática representada por la línea de cumbres del Aconquija y de las sierras que forman su continuación austral, se traduce en escasa participación en la humedad de los vientos del E, determinando un clima entre árido y semiárido, con bruscas oscilaciones de temperaturas diurnas y nocturnas, bajo índice de humedad y alta radiación, con una vegetación arbustiva, cuando nó xerófita de cactaceae, en distribuciones abiertas de jarilla (Larrea cuneifolia), shinqui (Mimosa farinosa), o cerradas tipo “oasis” en los tramos inferiores de los valles, donde crecen grandes algarrobales(Prosopis alba/nigra/flexuosa/chilensis), chanar (Geoffroea decorticans), tala (Celtis tala o Celtis spinosa), visco (Acacia visco), chucupi (Porlieria microphylla), molle córdoba (Lithraea ternifolia), retama (Bulnesia retama), pata (Ximenia americana), tusca (Acacia aroma). Resultando el “bosque xerófilo caducifolio” (Cabrera, 1956), que con pastos en la época de lluvia de enero a abril, aptos para la recolección de frutos y semillas silvestres comestibles, como el ají (Capsicum chacoense), y la producción de maíz (Zea mays), poroto (Phaseolus lunatis/vulgaris), zapallos (Cucurbitaceae/solanum eleagnifolium), hacia la zona valliserrana, contrasta hacia las faldas altas de las sierras con los pastos duros y las vegas que con su vegetación de ciperáceas, al decir de Cabrera, “manchan de verde el fondo de las altas quebradas”.

La población faunística de la región puede dividirse en autóctona en proceso de reemplazo y extinción, compuesta por llamas (Lama glama), guanacos (Lama guanicoe), y vicuñas (Lama vicugnae), puma (Flía Felidae), zorros (Flía Canidae), quirquinchos (Flias Dasypodidae/Chaetophractus vellerosus/ Zaedypus pichiy), liebre (Dolichotis salinicola), patos (Orden Anseriformes), flamencos (Orden Ciconiformes), suri (Orden Rehiforme), y roedores (Flía Ctenomidae/Chinchilidae). En tanto, su reemplazo, en distribuciones de grandes manchones de hábitat poblacionales, de fauna europea de bovinos (Bos taurus), ovinos (Ovis aries), caprino (Capra hircus), etc., han sido registrados, en algunos sitios arqueológicos, inclusive desde la época del contacto hispano indígena (1535 dC – 1660 dC).

2. Historia Arqueológica del Departamento Belén

2.a Pisos altitudinales y hábitat de paisajes en el Departamento Belén

Sobre el escenario contextual antes descripto, considerando los diferentes pisos altitudinales, tanto mosaicos de paisajes territoriales, como manchones de hábitat de sistemas ecológicos asociados, para el área territorial del departamento Belén, se han podido reconocer y caracterizar:

-Puna: Por encima de los 3.200 m.sn.m. Zona apta para la ganadería de camélidos, caza, agricultura de papa y quinoa; como la cuenca endorreica de Laguna Blanca, y lugares prepuneños como El Tolar, Cuesta de Vicuña Pampa, Papachacra y Minas de Culampajá.

-Región Valliserrana: Si bien un sector nuclear se ha establecido en valles de altura media, entre 1200-1300 m.s.n.m., y zonas ecotonales asociados hacia sectores de mayor altura, en general, han sido caracterizadas como “tierras aptas para la agricultura intensiva de regadío, como el maíz (zea maíz), poroto (vulgaris y lunatis), zapallos (cucurbitáceas)”. De acuerdo con Alberto Rex González (1979), sobre estimaciones de la cultura material del valle de Hualfín, opina que, la valliserrana es “la más importantes de las regiones, donde las culturas tuvieron sus rasgos mejor definidos”.

Entonces, para una mejor comprensión de la región valliserrana en el departamento de Belén, en tanto adaptación y domesticación que las poblaciones humanas adecuaron de su hábitat territorial, asociado a una singular red de drenaje tributaria de la cuenca endorreica del salar de Pipanaco, y en tanto configuración ecológico-cultural particular, se han podido determinar desde el valle de Famayfil, (actual Belén), cinco subregiones:

-Norte Chico: Puerta de San José, Las Barrancas, Las Juntas, Yacotula, La Toma (Lomas de la Antena y de la Cruz), La Aguada, Pozo de Piedra, Condorhuasi.

-Norte Grande: En general el valle de Hualfín, desde la planicie aluvial occidental del bosque relictual de algarrobos de La Ciénaga (Loma de Ishanca, La Manga, Guillischi y Casas Viejas, a los cerritos Colorados de abajo y de arriba de enfrente), Asampay (Loma de los Antiguos), El Eje, hasta el mismo Hualfín (Pucará de Huafín “Pozo Verde”, Cerro Colorado y Tambo Inca), Los Nacimientos y las Cuevas. Tanto así, como desde La Puerta de Corral Quemado (El Molino y Loma de la Escuela Vieja), a Corral Quemado (El Trapiche, El Pabellón y la Mesada de la Banda), así como la planicie aluvial del Campo del Jarillal, y el valle prepuneño de El Bolsón (El Antigal).

-El Este: La Puntilla, La Zarza, Ampujaco, Vis Vis, Quebrada “El Cura”, Chañayaco, El Pozo.

-El Oeste: Valle de Quimivil, Los Colorados, Zapata, Piedra Larga, Las Ballas.

-El Sur: Vinqui, Loma de Chuchucha, Bañado del Pantano.

2.b. Antecedentes Arqueólogico del Departamento Belén

El conocimiento arqueológico, para esta parte del NOA, reconoce innumerables contribuyentes, y como siempre, arranca de los primeros y mejores conocedores de los sitios y lugares arqueológicos, como fueron y serán sus mismos pobladores, que, según diferentes publicaciones, recibieron distintas maneras anónimas de referirse, “vaqueano”, “peón”, “lugareño”, “natural”, etc. Si bien, la mayoría de las veces, descendientes de antepasados indígenas, o aún mestizos, todavía la arqueología no ha reconocido y rendido tributo de su aporte, aunque en los últimos tiempos, algunos arqueólogos han comenzado a replantear esta contribución.

Seguramente, la historia científica de la arqueología de la región, comienza con el descubrimiento de lo “extraño”, tanto de algunas “piezas” de cultura material, como en el registro de sus “rasgos” y el de su “recurrencia”.

Una de las primeras contribuciones es la Adán Quiroga, a fines del siglo XIX. Nacido en San Juan y radicado a temprana edad en Catamarca, adonde se trasladó su padre como Juez de Paz, luego de alcanzar la profesión de abogado, se destacó como un calificado filólogo, analizando las culturas del área valliserrana tanto en narrativas y escritos, a veces desde fuentes fidedignas, como las de “probanzas de mérito”, y otras, apelando al sentido común de la memoria oral, cuando no poética. Entre sus publicaciones, para el área que nos ocupa, describe para un diario de la Capital Federal, los últimos acontecimientos de la resistencia de Chelemín y sus descendientes, en el pucará de Hualfín, contra Mercado y Villacorta.

Otro importante investigador, radicado en el Pilciao (Andalgalá), Samuel Lafone Quevedo, Master en Artes en Cambridge, trasladado de Uruguay a cargo del emprendimiento minero familiar en Minas Capillitas, por ese entonces describe, una "cerámica de teja fina y bien pulimentada con figuras de dragones o medusas con cola de serpiente y pies de lagartijas", dando a conocer así los primeros rasgos de los vasos draconianos que posteriormente definirán la cultura La Aguada –denominada así, por el yacimiento arqueológico del Norte Chico de Belén, donde se encontró la mayor cantidad de piezas de ese tipo cerámico-, y, asegurando, además, que “a este tipo de cerámica le sucedía otro más temprano (en el sentido de mas reciente) denominado vasos o urnas de la Civilización Calchaquí” (1892), ajustando así, una excelente ubicación temporal, que como “fósil guía” para ése entonces, orientará a investigadores mas recientes.

Posteriormente Carlos Bruch (1913), de profesión Zoólogo, en 1911 a pedido del entonces Director del Museo de la Plata, Lafone Quevedo, realiza un viaje exploratorio por los valles Calchaquíes hasta el valle de Hualfín, realizando numerosas ilustraciones y excavaciones de sepulcros, tanto desde Ciénaga, como desde el mismo Hualfín.

Entre 1919 y 1926, un coleccionista brasileño, radicado en la pampa húmeda argentina, Benjamín Muñís Barreto (que es el nombre que hoy lleva la Colección), contrata a los alemanes, Ing. Waiser, y su dibujante Wolter, para que realicen y registren diferentes excavaciones en sitios arqueológicos del NOA. En numerosas y diferentes expediciones, desde la Quebrada de Humahuaca al valle de Hualfín, se convirtió en la misión arqueológica de mayor saqueo que se recuerda en nuestra región. Tanto así, que, en el valle de Hualfín, “se llevaron a cavo 11 expediciones y luego de realizar planos de registros de cortes de posición de individuos de 16 cementerios principales, se destapan alrededor de 2.000 tumbas, 1.200 de ellas pertenecientes a las Culturas de Ciénaga y Aguada, resultando un total de 6.000 piezas arqueológicas”. Cultura material que, después de fallecido el coleccionista en 1931, sus familiares vendieron las piezas de oro y metales a coleccionistas alemanes, y las piezas de cerámica y demás complejo artifactual, fue comprado por el Estado Argentino y puesto a resguardo el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Plata.

Desde 1954 a la fecha el Dr. Alberto Rex González, de profesión Médico Clínico, luego de realizar sus estudios de post-grado de arqueología en Nueva York (EE.UU.), dedicara la mayor parte de su tiempo a tratar de interpretar la cultura material de la Colección Muñís Barreto, desde el gabinete y laboratorio en la FCNyM UNLP, al terreno de la región valliserrana. Para ello munido de un fuerte equipo, tanto en recursos humanos, como el Dr. Victor Nuñez Regueiro, el Dr. José Antonio Pérez, la Dra. Carlota Sempé de Gómez Llanes, el Lic José Togo, así como los extintos Dr. Bernard Dougherty, y Dr. Osvaldo Heredia, etc.; así como de técnicas de avanzada, tanto estratigráficas como de datación cronológica, (como el método de Carbono 14, el que se trajo el primer laboratorio a nuestro país), logró, hacia fines de los '70, definir la “secuencia maestra” o “el esqueleto” de la secuencia arqueológica más conocida, y que ha guiado a la mayoría de los investigadores contemporáneos.(González,1954/55/56/61/64/66/70/71/72/75 77).

Desde 1977 a la fecha, el Dr. Rodolfo Raffino, investigando la problemática de ocupación inca en el NOA, luego de sus trabajos en Salta y Bolivia, determinó para los Valles de Hualfín, Quimivil y Watungasta, el registro de rasgos de arquitectura del imperio que ocupó el NOA, unos 70 años antes de la llegada de los españoles (Raffino, 1977/78/82/83/88/96), para finalmente contribuir en transferencia a la comunidad, mediante la creación del Área de Reserva El Shincal, donde actualmente, varios de sus colaboradores, han realizado y realizan sus investigaciones.

La Dra. Sempé de Gomez Llanes, desde la FCNyM UNLP, continuó su trabajo interrumpido por algunos años, desde la década de los ’90 al presente, caracterizando con sus colaboradores Lic Nora Zagorodny y Lic. Bárbara Balesta, la cultura Belén, sobre todo, en base a excavaciones de la Loma de los Antiguos de Azampay.

Desde la década de los ’90, el Lic. Carlos Aschero desde el Instituto Miguel Lillo UNT, realiza localizaciones de sitios prepuneños en El Alto del Bolsón.

El Lic. Delfino, con apoyo de Minera Alumbrera Ltda., construyó en la puna de Laguna Blanca, el Museo Integral, desde donde trata de caracterizar la secuencia de ocupación de la cuenca.

Desde 1991 el Lic. Darío Iturriza trabajó en la preservación, investigación y puesta en valor de las Ruinas de El Shincal. Actualmente, trabaja en la identificación de la jerarquización cultural de sitios Belén, para el Período de los Desarrollos Regionales en el Pucará de Hualfín “Pozo Verde”, tratando de determinar su ubicación geopolítica con relación al tipo de control del espacio, visualización y urbanismo, organización estructural diferencial interna del espacio, manejo ecológico regional según el tipo de estrategias adaptativas del área territorial de captación de recursos, así como, las relaciones con las distribuciones y asimilaciones asignadas a otras culturas Tardías del valle, su desarrollo urbano y uso territorial antes y durante el impacto Inka, europeo, y su correlación etnohistórica para el Período Hispano-Indígena.

2.c Otros investigadores del NOA

Es necesario mencionar en esta resumida historia de las investigaciones arqueológicas del departamento Belén, que seguramente las contribuciones de otras investigaciones en otras regiones, estimularon la interpretación general del NOA y particular para esta área. Así, investigadores de la talla de, Ambrosetti (1899), Uhle (1912), Debenedetti (1917), Bóman y Greslebin (1923), Bregante (1926), Levillier (1926), Casanova (1930), Debenedetti (1931), Marquéz Miranda (1942), Serrano (1943/47), Palavecino (1932/48), y Benett (1948), y otros tantos, influenciaron, si bien indirectamente, sobre arqueólogos que trabajaron directamente para entender la historia “no escrita” de esta parte del territorio.

3. Periodificación Arqueológica del Departamento Belén

A continuación, se detallan sucintamente los rasgos de cultura material y asociación cronológica (absoluta o relativa), de algunas culturas o fases analizadas para el departamento Belén, desde las características de su materia prima de su producción tecnoartifactual hasta alcanzar sus rasgos de arquitectura o patrón de asentamiento. Sin adherir a los lineamientos generales del paradigma Histórico Cultural, con el cual han sido determinados, se analiza la perspectiva de su evolución en el desarrollo tecnológico alcanzado, tal y como se ha intentado integrar el departamento Belén, como parte del área valliserrana del NOA, en el Área Andina Meridional (o Andes al Sur del Área Andina Central de Perú y Bolivia), reconociendo y caracterizando algunas particularidades.

(ver artículos "Cerámica precolombina del Noroeste Argentino" y "Arte Amerindio Argentino").